Los socios del Club del Disco conocen a Joe Troop por sus dos discos anteriores: A Traveler's Sketches (2011) y Cheap Sacred Texts and Microwaves (2014), ambos fueron grabados junto al contrabajista Diego Sánchez. En lo que fue de uno a otro, Joe creció como poeta y compositor, y lo que era with (con) Diego Sánchez, pasó a ser & Diego Sánchez. Luego de disuelta esa sociedad, el violinista siguió adelante con diversos proyectos además de ser docente, hasta que finalmente se quedó con este Che Apalache: un cuarteto en el que es claramente líder (compositor y cantante) pero que encierra más de una hermosa historia y otros tres instrumentistas geniales.
Formar a los músicos y luego tocar el género que uno les enseñó es un raro lujo que se da Joe. Pero, claro, hay un intercambio; es bien sabido que la relación maestro-alumno no es una vía unidireccional. Esa dinámica hizo que de a poco los ritmos latinoamericanos fueran invadiendo el bluegrass (la música tradicional de sus pagos) hasta convertir al grupo en una rara mezcla. De ahí el nombre del disco: Latingrass. Martín Bobrik en mandolina, Franco Martino en guitarra y Pau Barjau en banjo completan el grupo trinacional (ya que hay un estadounidense, un mexicano y dos argentinos) que va pasando sutilmente por sobre las fronteras que aparecen dibujadas en los mapas.
Así, puede pasar que una melodía tradicional como Red Rocking Chair (track 2) sea traducida al castellano y con un acompañamiento casi del altiplano devenga en música sudamericana, de pronto. Tilingo Lingo, de México, o Cambalache, son encarados con esta formación que podría ser atípica y todo suena natural, pese a la exótica mezcla de instrumentos y géneros.
Muy bien reatratada la energía grupal, que es escencial en esta música, bien popular. Grabado tal como se presentan, tocando al mismo tiempo y con micrófonos condenser, tenemos la sensación de estar escuchándolos desde un escenario, en un festival (ya han hecho una gira por los Estados Unidos, causando sensación allí y se presentan seguido en la Argentina).
Un párrafo final para The Wall, que no es la de Pink Floyd: es una canción en la que denuncian el muro que promete separar a los Estados Unidos de México. Hecha a capella, las cuatro voces resonando en el antiguo estilo del barbershop quartet, esa mezcla de tradición y rebeldía es un hermoso cierre para el disco.
Un grupo soprendente, híbrido y fresco. Con sentidos del humor y candor en lo que están tocando, nos convidan de su pasión con buen ritmo.
Club del Disco
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