Debe ser fuerte tocar fuelles y llevar el apellido del autor de Kilómetro 11, y dedicarse al chamamé en una provincia que es cuna de ese género. Cualquier otro camino en la música o en la vida hubiera sido más sencillo, quizás, para Gabriel Cocomarola. Sin embargo, hijo y nieto de notables músicos de chamamé, esa idea no debe haber pasado por su cabeza. Este, su tercer disco antes de cumplir los treinta años, llega luego de un período de silencio discográfico.
En tiempo de chamamé fue concebido para ser grabado en vivo, es decir todos los músicos tocando en una misma sala, al estilo de las antiguas grabaciones. Los arreglos, entre los que hay cuatro del desaparecido Nini Flores, fueron concebidos a este fin, dada la calidad de los músicos intervinientes. Se buscó un sonido natural, de primeras tomas, que se logró a la perfección y se nota sobremanera en los temas donde participa Julio Ramírez con otro acordeón, haciendo las partes de Nini, arreglos que durante dos años el grupo había presentado en vivo, por lo que estaban largamente ensayados.
Los guitarristas son dos talentosos jóvenes de Lanteri (Santa Fe). Samuel Rodríguez acompaña a Gabriel desde hace 15 años, pero además ha sido convocado para Guitarras del Mundo por Mateo Villalba, con quien compartió giras, y recientemente por Rudi Flores. Su hermano Facundo acompañó a Nini en sus dos últimos años y actualmente integra las formaciones de Rudi Flores y de Hugo Rivas. En cuanto a Julio Ramírez (de Chaco), es uno de los más notables ejecutantes de acordeón y bandoneón de las nuevas generaciones (como Gabriel).
Una de las perlas del disco es la participación del enorme Coqui Ortiz, con sus arreglos y su coloratura de voz, que le da a su forma de cantar un estilo muy personal. La otra, el arte del disco, dibujos de Mario Quinteros, artista correntino premiado internacionalmente, hoy radicado en Santa Fe. Y desde Corrientes, otro Cocomarola para el mundo y mejor chamamé.
Club del Disco
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