Manu Sija es un músico difícil de encasillar. Multiinstrumentista, cantante, navega entre el folklore tucumano y los más actuales loops, no teme a los nuevos sonidos y va hacia adelante proponiendo una música vigorosa y rebosante de ideas todo el tiempo. Como muchas veces ocurre en estas latitudes, su nombre venía sonando entre los entendidos, pero el elogio de Pat Metheny fue lo que hizo que de pronto muchos lo descubrieran.
El punto de partida de este disco, que es un concierto en Tucumán grabado en vivo, es el cancionero norteño, con dos zambas de Yupanqui, algo del Chivo Valladares y dos canciones de Violeta Parra. Pero, como decíamos, es sólo un punto de partida. El tema es lo que Manu, con esos materiales, luego hace. Es particularmente interesante el tratamiento tímbrico, y cómo escapa de los lugares comunes, tanto en la armonía como en el aspecto rítmico.
El grupo es un "power trío" con bajo y batería, con la salvedad de que Manu puede alternar la guitarra (que toca muy bien) con la flauta irlandesa, el violín, los sintetizadores o cualquier otro instrumento que ande por ahí. Como cantante, la expresividad, la originalidad en el fraseo, son sus rasgos más salientes. También es bueno recordar que este disco es la grabación de un concierto, en el que canta mientras toca líneas muy difíciles, por momentos.
Prestar particular atención al curioso track 11, con Los grifñatitos y una composición propia de Manu, Te extraño. También merecen una escucha cuidadosa sus versiones de Luna tucumana y Zamba del grillo (de Yupanqui).
Si bien es un músico virtuoso, lo más notable de este disco no es su habilidad, sino conocer su salvaje energía, que contagia a sus compañeros y al público. El disco, pensado para vender en el exterior, tiene la ficha técnica en inglés, pero la dedicatoria en un sentido español. Un músico para conocer y seguir, a partir de ahora.
Club del Disco
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