Una grabación natural, descontracturada y en la que se percibe el conocimiento de los dos integrantes del dúo. Eva Wolff (bandoneón) y Hernán Possetti (piano) comparten el hogar y eso les permite no sólo coordinar con más facilidad que otros grupos los horarios de ensayo, sino que les da una confianza que se percibe en la facilidad con la que dialogan sus instrumentos.
Construyeron un disco de dimensiones de LP: diez temas en los que recorren desde clásicos como Niebla del Riachuelo (track 3) o Boedo (4) hasta música actual de Exequiel Mantega, la bellísima Inmensidad (7), un largo crescendo que, con sus cuatro minutos, es la pieza más extensa de la grabación. Tangos de Gobbi, Francisco De Caro o Anselmo Aieta se reúnen con Tangosis, de Cristian Zárate.
Como colofón, una milonga de otra pareja en la vida real: Monte callado lleva música de Pablo del Cerro, seudónimo de Nenette Papin, cónyuge de Atahualpa Yupanqui. Curiosamente, el paralelismo no termina aquí: así como la compositora había nacido en territorio francés de ultramar, Eva Wolff es belga y a través del tango es que finalmente se radicó en Buenos Aires. Hoy es una porteña más y su fraseo como bandoneonista no tiene nada que envidiarle a los maestros nacidos y criados en suelo argentino.
Más allá de lo anecdótico, siempre manda la música, y lo que seduce de este disco es la facilidad para acercarse a los distintos registros que puede tener el tango en las manos de estos notables intérpretes. Possetti conoce el diccionario del piano en el tango de cámara y usa todo el vocabulario, y Wolff interviene acertadamente tanto cuando canta con el fuelle como cuando acompaña. Una excelente técnica de grabación completa el panorama. Y también merece un aplauso la calidez de los dibujos y la fineza del diseño.
Un tango de entre casa pero no de pantuflas. Elegante y entrañable a la vez, para deleitarse.
Club del Disco
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