El hecho real se pudo leer en los medios, en las redes sociales y luego algunos lo habrán olvidado (pero no su protagonista, claro). Toda la narración cabe en el increíble Britain blues, y cómo esa entrada denegada al Reino Unido fue el combustible extra para cerrar el concepto de este disco, está en las impecables líneas del periodista Martín Graziano que se pueden leer bajo el tray donde se apoya el CD. Ahí también se arroja una idea de cómo escuchar este álbum de 16 tracks: como un doble vinilo, por las dimensiones. Cosa totalmente posible por su duración, incluyendo ese tema instrumental en el centro que parece dividir el álbum en dos.
Los atributos de Pablo Dacal no los vamos a descubrir de pronto acá: es un muy buen letrista y compositor, de rima fácil pero no liviana. Es muy raro que su poesía nos deje indiferentes. Y en este disco en particular parece haber sido iluminado, en estado de gracia. Son muchas las canciones que tendrían destino de hit (en una hipotética situación de difusión radial genuina, y no dictada por los intereses de las discográficas multinacionales). Hacer una lista es innecesario: son muchas más las destacables que las que no lo son. Pero hay varias que a la primera escucha ya nos parecen clásicos: podemos decir que el arranque está hecho de siete canciones invencibles. Y luego, en la segunda mitad del disco, El vendaval se transforma en un punto altísimo.
Confluyen ritmos sudamericanos con toda la tradición del rock anglosajón y la canción beatle. Todo Baila sobre fuego está atravesado por un color levemente onírico, con algo de la sicodelia de Os Mutantes. La voz de Dacal, con esa facilidad para decir, con ese color de tierno cavernícola recién levantado en la canción de cuna (Beso de las buenas noches, track 12), capaz de acariciar o de raspar según la necesidad, con rasgos de actor por su flexibilidad, es un capital único.
Uno de los más fieles herederos del rock nacional entrega acá una obra madura que es a la vez muy argentina y universal. Es tan rico este cancionero que la frustrada visita a la tierra de los Rolling Stones, Sex Pistols y William Shakespeare (entre otros que enumera en su canción de protesta) bien lo vale. Pura actitud rock bien criolla.
Club del Disco
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