Con el ambiente de las calles de Lima, Bogotá, Panamá o el Distrito Federal de México y mucha imaginación para bordar sus canciones, Guille Airoldi construye un disco difícil de catalogar: con momentos de poesía íntima de corte más lírico, y otros de temática social; a la vez todo exquisitamente arreglado.
¿Qué se destaca en esta producción desde el comienzo? Una rara habilidad para urdir melodías inesperadas (a veces en contra de la correcta acentuación del castellano, pero bueno, se puede disculpar); un sentido lúdico del ritmo, aún -o gracias a- cuando todo el tiempo se coquetea con especies sudamericanas; inteligentes arreglos, sobre todo en los bronces (¡el mismo Airoldi es quien toca los trombones!).
En la gráfica, cada letra está acompañada por la fecha y lugar donde fue compuesta la canción. Y en el audio, intercalados a la manera de separadores, escuchamos fragmentos de testimonios urbanos: personajes de la calle, ruidos de las ciudades latinoamericanas, que nos conectan con la realidad sin la intermediación de las canciones.
Airoldi tiene una voz de timbre que se destaca. Pronuncia con claridad y tiene un valor tan buscado siempre por quienes frecuentan la música popular: no se parece a nadie más que a sí mismo, cuando canta. Los músicos que lo acompañan, el grupo llamado Adentro, tocan con justeza y expresividad. Un feliz hallazgo, con canciones que se impregnan en la memoria de inmediato (es el caso de La frontera, por ejemplo).
Un viaje que vale la pena hacer con este nuevo y talentoso autor.
Producido por Guille Airoldi
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