Eduardo Falú y Carlos Guastavino (1912-2000) fueron colegas y amigos. La admiración era mutua, como lo testimonian las líneas de Guastavino que se incluyen en la gráfica de este fundamental disco. Sobre la admiración de Falú por el compositor, basta como prueba que no sólo interpretó sus obras sino que las grabó, transformándose en un importante difusor de la producción más cercana al folklore de este autor inclasificable.
Nacido en 1923 (hace pocas semanas cumplió 89 años), Falú comenzó de a tocar la guitarra de niño, y ya en su pubertad era un interesante proyecto de músico. Pero además de llegar a ser un extraordinario guitarrista, fue compositor; recopilador de melodías populares, algunas de las cuales Guastavino armonizaría a cuatro voces mixtas, como Cañaveral o Ciego quisiera haber sido, por citar dos; y cantante, como se puede escuchar en este registro. Con su voz grave y expresiva, con un fraseo más que interesante, Eduardo Falú se transformó en uno de los intérpretes fundamentales de Guastavino. Sus versiones de La tempranera (quizás la zamba que le abrió el campo del folklore y el conocimiento del gran público al compositor hasta entonces más bien académico) o de Chañarcito serán difíciles de igualar. Y las piezas para guitarra sola, de las que aquí encontramos dos Cantilenas, tienen una personalidad y una técnica inigualables.
No podían faltar Se equivocó la paloma y Pueblito, mi pueblo... La primera, algo rápida y en una versión muy personal, tan lejos de la versión de Joan Manuel Serrat (que la popularizó notablemente en todo el mundo de habla hispana) como de la versión de cámara, que es como fue concebida por su autor; la segunda, en una virtuosa transcripción para guitarra, nostálgica y ensoñadora a la vez. Sólo Falú la pudo tocar así.
Un registro que nos regala la suma de dos personalidades ineludibles de la música argentina de todos los tiempos. Para escuchar muchas veces, y atesorar.
Producido por Hilde Fischer
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