El motivo de nuestra sana obsesión es que este es un proyecto único y con características muy originales. Lejos de la idea de disco tributo, Verdevioleta es un homenaje a la vida y obra de Violeta Parra que no ataca literalmente las canciones sino que las relee, las trastoca, las tropicaliza gracias a los arreglos, al uso de instrumentos más habituales en la MPB (Música Popular Brasileña) que en el folklore chileno. Cuidado, que no es un disco de arreglos, si bien su origen está en la escritura de los arreglos (ver entrevista a Aline Gonçalves). Lo que primero resalta, llama la atención y se escucha es esa extraña mixtura entre Brasil y Chile, Atlántico y Pacífico, esa superposición de idiosincrasias, esa confluencia de idiomas, acentos, colores. Si hay un país alejado de Brasil en Sudamérica, ese es Chile. Tanto que es el único país del continente que no tiene fronteras con el gigante regional. Sería un error pensar que esa distancia geográfica (que no es tanta, en realidad) se traduce en una distancia cultural. Este grupo surge a instancias de la flautista carioca Aline y del guitarrista porteño Simón Schriever. Porteño de Valparaíso, claro, así se les dice a los habitantes de ese puerto chileno. Ambos se reparten los arreglos en el disco, aunque sería muy difícil adivinar quién hizo cuál arreglo: hablan un mismo idioma musical.
Hay varias “joyas” en el disco (que es muy parejo). Pupila de águila es una maravilla, el trabajo con la armonía y el enjambre de vientos que escribió Schriever generan un clima sobrecogedor hasta que termina la canción. En general lo que más sorprende de esta obra de reinterpretación de Violeta Parra es el buen gusto para las armonías, bastante diferentes de las que usaba la compositora chilena y la fusión con ritmos y timbres más bien tropicales. Hay sorpresas rítmicas, juguetonas, algo burlonas que llenan de alegría a quien escucha. También llaman la atención las transcripciones (se las podría llamar así) que hacen del Tema libre nº 2, originalmente escrito para guitarra. Y no se puede negar el buen gusto que tuvieron al hacer instrumental Gracias a la vida, quizás la canción más difundida y cantada a nivel mundial de Parra. Se agradece.
La grabación es prolija y caliente al mismo tiempo. Los músicos que tocan, tanto los siete miembros estables del grupo como los invitados, tienen un sentido del ritmo y un sonido fuera de serie. La gráfica es minimalista, incluye una bella frase de Violeta Parra, un manifiesto de los músicos y pocos datos sobre cada tema. Sabemos quiénes tocan qué, pero ignoramos en qué temas lo hacen. Quizás eso aporte más misterio a este trabajo que ya se presentó en vivo en Chile, Brasil, Uruguay y la Argentina y seguramente hará más giras en breve. Habrá que ir a verlos en persona, también. Mientras tanto, disfrutamos de lo que grabaron.
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