Baglietto Vitale es el nombre del dúo, y aunque no son los únicos músicos con esos apellidos (basta ver la ficha técnica para percibir eso), la potencia de más de un cuarto de siglo actuando juntos hace que no sea necesario especificar que son el cantante Juan Carlos Baglietto y el pianista Lito Vitale.
El repertorio elegido para esta grabación en vivo contiene mucho de lo que destacó al dúo desde el comienzo. En 1991, cuando comenzaron, era una osadía que músicos provenientes de la cultura rock se metieran con Piazzolla o Discépolo. Sólo cinco años antes Fito Páez y Luis Alberto Spinetta habían hecho suyo Gricel (tango con el que cierra este disco, curiosamente). Pero habia sido un gesto aislado, mientras que Baglietto y Vitale arremetieron con varios tangos, saliéndose claramente del corralito de la canción urbana joven, digamos.
Canciones inoxidables comienza con un aire de baguala de Fito, D. L. G., que cuenta con una pequeña orquestación para grupo de cámara. Pero luego quedan a solas los dos músicos, a excepción de unas pocas intervenciones de músicos invitados en tres tracks más. Y es en esa intimidad que se disfruta la fenomenal comprensión entre teclado y voz: la voz siempre joven de Baglietto, que no perdió nada de su color ni de su potencia pero ganó en profundidad y sabiduría y los arreglos de Vitale, que nunca van hacia donde uno espera.
Ambos, juntos, son una orquesta, porque la paleta de matices es amplísima. Y ahora, casi treinta años después, los tangos clásicos como Uno, Naranjo en flor o Cambalache, son más creíbles aún. Un caso de vigencia notable.
Club del Disco
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