El disco abre nada menos que con Mirta, de regreso, uno de los clásicos de Adrián Abonizio que popularizó Juan Carlos Baglietto. De allí sale el nombre del álbum, Extraño conocido, guiño también al público, que conoce mucho más estas canciones inoxidables que al músico Abonizio. La estela de las interpretaciones de Baglietto acompaña gran parte de los diez trcks, pero quizás el mayor atractivo sea detectar las diferencias, que no son pocas. En ese sentido, es evidente que el timbre del intérprete es otro, su voz es algo áspera y a veces el oyente se pregunta si alcanzará una nota aguda o no, como en El témpano, ese himno que nos lleva directo a 1983, o en Historia de Mate Cocido.
Grabado entre 2005 y 2006, con la sola compañía de las guitarras de Carlos Casazza y Claudio Bolzani y el contrabajo de Charly Pagura, y no en todos los temas, este austero registro absolutamente rosarino se pone a disposición ahora de los socios del Club del Disco. Las canciones, peladas, mostrando sus limpios huesos en toda su sencillez, vuelven a asombrar. Inclusive, en Plantas argentinas canta solo, a capella.
Imposible de clasificar, su música y poesía nos llegó con la democracia como parte de la trova rosarina, esa troupe heterogénea en la que brillaban en principio Baglietto y Silvina Garré, luego Fito Páez, pero que traía, como un aluvión, todo un colectivo de compositores e intérpretes notables. Eran parte de la cultura rock, pero ahora se muestran como lo que son: canciones argentinas, o latinoamericanas, con influencias variadas. Sus raíces están diseminadas por todo el continente; sus herederos se pueden encontrar en Argentina, Chile, Uruguay y hasta en España.
Club del Disco
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