Ese amigo del alma, álbum de 1988, marcó un hito para Lito Vitale, a tal punto que es como una marca propia, como Melopea para Litto Nebbia. Es que el nombre del disco con el que lanzó a su cuarteto luego fue también el del programa de TV en el que cerraba la programación (cuando la TV abierta era aún la elección mayoritaria de la población) junto a otros talentosos artistas invitados, desde 1993.
Si aquel cuarteto lo integraban notables músicos (nada menos que Marcelo Torres, Jota Morelli o Cristian Judurcha, por nombrar a tres que participaron de aquel LP de vinilo), este quinteto no le va a la zaga. Con el plus de que todos ellos: Juan Pablo Rufino, el bajista, Mariano Delgado (guitarra), Víctor Carrión (vientos) y Martín González Puig (batería), lo hacen en diversas formaciones de Vitale, desde hace años. Pero, además de reinterpretar el material de aquel disco con un integrante más, en este aniversario se suma una orquesta.
El Auditorio Juan Victoria de San Juan, una de las más hermosas salas del país, de una acústica elogiada por todos los músicos, es el marco para recibir al quinteto y a la orquesta local, bajo la batuta de Emmanuel Siffert. El conjunto quinteto-orquesta suena bien balanceado; las cuerdas se funden a la perfección ya que la estética de Vitale las reclama constantemente. Pero también maderas y bronces se destacan cuando es necesario. Lo que muchas veces es el característico sonido de sintetizadores (y Lito en esto tiene un master) aquí es reemplazado por los sonidos "reales", no emulados. Todo suena muy ajustado, preciso y emotivo a la vez. El material melódico se presta mucho para el lucimiento de Víctor Carrión, a veces trabajando a dúo con algún solista de la orquesta.
El disco comienza idéntico en su tracklist al original, en los dos primeros temas. Luego hay novedades, para finalmente cerrar con el tema que le da nombre. No es necesario, luego de cuatro décadas de carrera pública de Lito Vitale, describir sus recursos, su maestría para crear climas muchas veces épicos, su gusto por las especies del folklore argentino, su facilidad melódica, su destreza como tecladista. Es difícil no reconocer su mano en esta grabación, para la que contó con la ayuda de Javier Mareco en la orquestación.
Un trabajo al que no se puede ser indiferente, porque apela a la emoción profunda y tiene una calidad difícil de discutir. El audio (difícil tarea la mezcla y mastering de semejante grabación) está muy bien logrado. Tiene el calor del concierto, pero logra a la vez que nos olvidemos de que estamos escuchando el resultado de una toma única, en vivo. La gráfica remeda la tapa original, como un negativo.
Club del Disco
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