Sobran los ejemplos de contrabajistas compositores en el jazz. Sólo atendiendo al rico panorama local, en los últimos años contamos con los casos de Mariano Otero, Hernán Merlo, Mariano Sivori, Sebastián de Urquiza, y siguen las firmas. Y eso sin contar a los bajistas eléctricos, o a quienes dedican más tiempo a ese instrumento que a la versión large: Javier Malosetti, por ejemplo. En todos los casos nombrados podemos decir que el compositor prima claramente sobre el instrumentista. Sus grabaciones no son "discos de contrabajistas". El caso de Juan Bayón con este, su segundo disco, es similar, en ese sentido.
Todo arranca con la Cumbia de Gambartes, más cerca de Olivier Messiaen que de cualquier danza caribeña... Con el saxo alto de Lucas Goicoechea liderando, doblado por momentos por el vibráfono de Diego Urbano y una base rítmica que aporta un sostén fundamental para que el tema avance sin pausa. Justamente el track 2, Pausa, piano solo, funciona como una introducción al tranquilo Aural (3), donde el saxo nuevamente funciona como voz cantante.
La base rítmica la arma Bayón con el infalible Sergio Verdinelli en batería y Santiago Leibson en piano. Muy autoconsciente, el track 5, un solo de contrabajo, lleva por nombre Ego. Luego llega La vida simple, que juega engañosamente con el título del álbum y que es el tema más clásico, tanto melódica como armónicamente. Todo cierra con Fortaleza (7), que comienza con un obsesivo solo de batería de Verdinelli para luego ir introduciendo los demás instrumentos.
Un disco que estará entre las mejores producciones de jazz argentino de este año, sin dudas. Editado por un sello estadounidense, llega de manera exclusiva por el Club del Disco para sus socios a un precio promocional por este mes. ¡Oportunidad para no dejar pasar!
Club del Disco
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