Cuando esta grabación se editó comercialmente por primera vez, Generación Cero, una fuerte apuesta renovadora de Rodolfo Mederos, ya era historia. Porque este disco se grabó y se presentó en 1973, cuando su ideólogo, compositor y arreglador tenía ya 33 años. Pese a esto, en las notas del disco editado en enero de 1976, Astor Piazzolla lo nombra como uno "de los músicos jóvenes" que necesita la música de Buenos Aires. De aquí se puede extraer una conclusión más que obvia: la juventud no se lleva en la fecha de nacimiento sino en la mirada frente al mundo que se tiene. Piazzolla también era joven, entonces.
En las misma notas, concisas, arriesgadas y clarísimas que dejó Piazzolla sobre su asistencia a un recital en el Auditorio de SADAIC el 6 de julio de ese mítico 1973, y que se pueden leer en la bella gráfica que se reedita ahora por primera vez en forma de CD, dice que "Generación Cero tocó música beat o rock, o como se llame. No tocó tango." Así de difícil es definir géneros, porque esa música solo se podría haber pensado en el Río de la Plata. Y, pese a los intentos de despegarse, la influencia del propio Astor se ve, aún en las piezas con menos rítmica tanguera, como Shuata (track 3), en las progresiones armónicas inevitables. A continuación, Balada para Generación Cero (4) tiene también un inocultable sello piazzolliano.
Lo que más acerca al tango a esta música progresiva es la presencia de los tres bandoneones: Rodolfo Mederos, Juan José Mosalini y Daniel Binelli, nada menos. El bajo de Ricardo Salas bien adelante, la batería de Pocho Lapouble y el saxo (o flauta) de Arturo Schneider nos ponen en un plano más rockero o jazzero. Es un momento de mucha libertad en todo sentido, y esto se traduce a la música, claro.
Una valiosa recuperación de parte fundamental de nuestra memoria musical. Si alguien quisiera saber por qué el joven Mederos dio tanto que hablar en los años '70, esta es la mejor explicación.
Club del Disco
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