A los 41 años, Dante Spinetta ya tiene un peso propio en la escena de la música argentina y latinoamericana. Pero pese a la temprana difusión que tuvo su nombre desde la aparición en Téster de violencia (1988), el disco de su padre en el que cantaba junto a sus hermanos-amigos El mono violento, semilla de su dupla con Emmanuel Horvilleur, IKV, y pese al éxito de ese grupo mainstream, si se quiere con mayor proyección comercial que su respetado progenitor, este es el segundo disco solista que edita Dante, y el primero que parece ser tomado seriamente por el público, la prensa y el ambiente de la música argentina.
¿A qué se debe esta seriedad? A que es realmente un trabajo maduro. Acá no tenemos al Dante guitarrista, ni al Dante MC, sino a un Dante profundo, muy conectado (hasta el dolor, diríamos) con su verdad más honda. Interrogándose sobre su propia existencia, hablando de la vida y la muerte, haciendo frente a sus pesadillas. No es un disco luminoso y alegre, pero en sus claroscuros entrega momentos de mucha felicidad musical. Canciones como Mi vida (track 2 y corte de difusión), Pesadilla (3) o La verdad (8) son duras pero tienen bases irresistibles. La contracara es el costado acústico, curiosamente la idea madre del disco, cuando Dante pensaba solo en canciones con cuerdas y guitarra acústica.
Mística, que abre el disco con mucho aire a Gustavo Cerati, Puñal (4), en la que Dante se hace cargo de su apellido, o Eclipse (5), más spinetteana aún, y donde comienzan a escucharse las cuerdas escritas por Leo Sujatovich (es fuerte ver, 35 años después, otra sociedad Spinetta - Sujatovich) son parte de ese lado acústico de este trabajo.
La edición en vinilo, que ofrecemos a nuestros socios, aún está en la fábrica y llegará a fines de febrero a nuestras manos... Es un gran disco y el formato LP le queda pintado, realmente. Una obra de madurez que merece un audio profundo y cálido a la vez.
Club del Disco
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