Shura, el cantante y líder de este proyecto rockero parecer un muchacho audaz y leído. Es el compositor de estas nueve canciones que conforman el álbum Sonidos de la tierra, que grabó con una formación típica de cuarteto rock folk de influencias psicodélicas. Y su discurso es interesante, pues arriesga en conceptos existenciales e ideas de enajenación, reflexiones futura o extra-terrenales; o sea, no hace canciones de amor romántico o sus idas/vueltas (cosa que muchos rockeros se han empecinado en repetir).
El acompañamiento sonoro a esas letras tiene una soltura que tiene que ver con las composiciones y el carácter general del disco, pues no hay por ejemplo mucha guitarra eléctrica de riff cortante o gritos de furia. Hay sí, tratamiento melódico con desarrollos atractivos, algunas influencias de la fusión folklore/rock argentino de los 70 (como en Capsula del tiempo), esta muy bien cantado y tocado, con cierta impronta oscura y urbana. De sonoridad acústica diríamos en su mayoría (por el uso de guitarras acústicas o con cuerdas de nylon; tanto las baterías como la percusión no están casi procesadas para lograr un ambiente real. Los timbres elegidos están muy bien puestos a tono con la voz de Jorge “Shura” Ruchtein, y en el global de todo el se deja oír la frescura de un grupo que fluye tocando lo que les gusta; suenan sinceros.
Algo a destacar también es que en algunos pasajes es el bajo quien marca la melodía principal y la guitarra esta puesta casi percutivamente, en eso dejan ver su atracción por el trabajo de los Beatles, quienes fueron los precursores de esas ideas.
Todo el disco tiene un concepto que se expone en los textos y en la gráfica que acompaña este registro, como una suerte de espías del planeta, desde el exterior o un futuro imaginario. Así es como la música tiene una atmósfera etérea, de cierta psicodelia o ensueño, con tempo medio (nunca aceleran el beat demasiado, ni se demoran en temas lentos).
Y todo el conjunto de la grabación es como un mensaje encriptado, con una señal de ajuste al comienzo, mensaje de bienvenida, y cierre de transmisión al final. Hasta que aparecen como colados a la salida (en un track oculto), sospechosamente los monos en trance... y dejan oír su canto alocado, como algo de lo que sucede con el tema que lleva ese nombre, quizá es más intrincado de todos.
Todo un conglomerado más que interesante, y lleno de música y sonidos de la tierra.
Producido por Federico Cabral para Tomalo-Dejalo Discos
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