No resulta difícil imaginar contra cuántos prejuicios habrá tenido que luchar Beata Söderberg en su primera incursión en la Argentina para tocar y grabar estos tangos de su autoría: una bella joven sueca, rubia, que había descubierto el tango en una milonga en Nueva York y que quería grabar su música, como solista de un instrumento extraño para el tango como es el violonchelo. Sin embargo, basta con escuchar el primer tema de su primer disco para darse cuenta de que todo prejuicio queda de lado ante la fuerza arrolladora de la música.
Con influencias del Piazzolla más jazzero (el de los ‘70 y principios de los ‘80), pero también con mucha personalidad y desenfado, Söderberg se apropia del tango, con la ayuda de músicos que conocen el lenguaje a la perfección y que la ayudan a desplazarse en el turbulento mar de la música rioplatense.
Hay lugar para un candombe (track 5), varios temas que alternan la melancolía de un solo de cello con un arranque a tempo alto, importante participación del piano de Juan Esteban Cuacci en casi todos los temas y lo más interesante: el juego entre bandoneón y el cello, instrumentos que tienen algo familiar en su timbre, aunque no tengan nada que ver entre sí. Recursos propios de compositora: pasajes fugados, orquestación inteligente, sabio manejo de los tiempos, construcción de climas. Se nota que Beata Söderberg traía un bagaje musical más que interesante antes de “meterse” con el tango.
El tema que cierra el disco, Año nuevo tiene algo del lenguaje del romanticismo por la melodía que toca el cello y la armonía que despliega el piano.
Una gran oportunidad para conocer a esta excepcional compositora e intérprete, que viene a demostrar una vez más que la música no tiene fronteras.
Producido por Beata Söderberg y Juan Esteban Cuacci
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