Pablo Grinjot titula su nuevo álbum con su apellido y como suelen llamarlo en la escena, y hay aquí un claro guiño al cambio que da en este trabajo; si bien podemos resumir que es un disco pop, con sonido actual, audio perfecto y muy buenas ideas de producción, está en sintonía con sus obras anteriores. Con la tradición de música rioplatense conviviendo con el carácter urbano, la poesía de amor, influencias de la milonga, la canción folklórica, sonando en una formación instrumental de rock acústico.
Lo que no hay aquí en gran medida es algo que Grinjot solía utilizar siempre por su formación académica (es violinista y le gustan las cuerdas), arreglos orquestales con la idea de música de cámara para canciones bien sencillas. Pero que tampoco lo abandonó completamente pues esta presente en el tema Despedida -track 8-. Hay sí algunas sutilezas de procesamiento digital.
Se trata de una exposición romántica en diez canciones de sonoridad principalmente acústica, aunque suenan detalles electrónicos como dijimos, recursos y arreglos de post producción; básicamente esta todo tocado y más aún, pensado o escrito de antemano. Se nota y sabemos que ahí hay un excelente trabajo de producción a cargo de un tercero (cosa que no todos saben comprender y apreciar), y que el autor confió en este caso al productor Alejandro Kauderer. El resultado es más que elocuente, concreto y atractivo.
Debemos destacar la pieza más críptica del disco, de una belleza muy extraña; la única que no lleva la voz cantante de quien la escribió, sino que la canta y de manera muy singular Fernando Cabrera. Se trata de Cifra, una visceral canción con acompañamiento espectral y minimalista. Todas las composiciones son del propio Grinjot que asienta su propuesta autoral.
Los invitados que también participan poniendo instrumentos o voces son varios, entre los que aparecen Pablo Dacal, Tomy Lebrero y Ana Prada. Todo da cuenta de esa retroalimentación constante que existe en la canción de ambas orillas del Río de la Plata. Así tenemos aquí otra excelente prueba de que la camada de cantautores (todos alrededor de los 35 años promedio) que se conocen y contagian entre sí desde hace tiempo, no solo comparten la capacidad de trabajo y el canto, sino también el talento.
La ola de la canción de amor contemporánea tiene un nombre más para hacerla sonar con delicadeza y conocimiento de lo popular.
Producido por Alejandro Kauderer
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