Presente infinito significa un gran salto, alto y ancho en la carrera de Cecilia Zabala, pero sobretodo un bello registro de este momento. La cantante, guitarrista y cada vez mejor compositora, nos deja un disco que por un lado la muestra en pleno crecimiento (lo que nos alegra sobremanera), a la vez en ese desarrollo tiene resultados excelentes como este álbum hecho en un mes; arriesgado y prometedor.
Ya habíamos presentado aquí sus trabajos anteriores (Aguaribay en 2007, y Pendiente en 2008) los que recomendamos oír a quienes les interese descubrir y disfrutar el buen proceso del que hablamos. Puesto que sin olvidar la raíz, la matriz propia, Cecilia fue dejando atrás los aires y versiones del repertorio folklórico argentino para componer sus propias canciones con una impronta universal. Lo que ha ido consolidando en los sucesivos discos. Ampliando sus horizontes aquí ofrece una nueva vista de la canción, creando ya no solo para su voz y su guitarra (que hay que decirlo: posee una excelente combinación de técnica y calidez interpretativa tanto para tocar como en el canto), sino que se la juega por una formación grupal. Y en este plan se abren muchas posibilidades más claro, tanto tímbricas como de textura y forma, con un logrado sonido acústico.
Todo es muy tenido en cuenta y explorado en las 11 canciones que completan la obra, en la que destaca su particular dedicación a la melodía y como el inquietante tratamiento armónico resulta bello. Las composiciones tienen todas un tinte intimista y delicado, que la sonoridad general expone clara y equilibradamente aún en los momentos más álgidos de toda la banda tocando. La orquestación va variando según lo que necesita cada tema, hay flautas, armónica y otros instrumentos de viento, kalimba, guitarras acústicas, bajo eléctrico, percusión y batería. Cada uno en su momento decoran las canciones con buen gusto. Los arreglos escritos -y los aportados por los músicos- le dan a este trabajo de Zabala un alcance mayor de concepto y realización. También lo rítmico, en variables matemáticas, marca los pasos en el andar del disco, de como se suceden las canciones y sus climas.
Aparecen aquí algunas obras de otros grandes autores de canciones, casos como el del canadiense Rufus Wainwright (Vibrate), y textos de Adrián Abonisio (quien supo escribir para Baglieto entre otros), o Gabo Ferro a los cuales Cecilia Zabala les puso la música. O el caso inverso en Reflejo de arena y sal (música de Pierre Bensusan), y Comming home (música Joe Deleault). El notorio cruce de influencias, letras, músicas e inspiraciones, tiene mucho que ver el compartir el arte y con la cargada agenda de la autora, que reparte sus días entre viajes por USA, Argentina y Europa siempre guitarra al hombro y dispuesta a representarnos en el más alto nivel.
Como la foto de tapa, en la que se puede percibir que hay aire, movimientos en distintas velocidades, poesía y colores, todo convive felizmente en este Presente infinito, donde el protagonismo no es de una persona sino de la canción como objetivo precioso. A ese mundo perfecto de Cecilia Zabala y la canciones es que estamos todos invitados hoy y siempre...
Producido por Cecilia Zabala
Comentarios