El disco comienza con un sonido grave, tan grave que al principio el timbre nos confunde, nos hace dudar: ¿es una guitarra, un contrabajo, un instrumento de percusión desconocido? A lo largo del primer track, Silencio horizontal, Serkan Yilmaz trabaja sobre un sencillo ostinato (obstinado, en italiano: es cuando se repite de manera obstinada una secuencia de notas; función que en la música popular del siglo XXI cumple a veces el loop), recurso que luego empleará en otros pasajes de Descalzo, este profundo y refrescante trabajo que presenta en 2011 el guitarrista de origen turco radicado hace ya un tiempo en la Argentina. Cada pieza es única, pero todas guardan elementos en común. Algunas tienen un carácter más melódico, mientras que otras tienden a ser esencialmente rítmicas, o a fijarse en una simple progresión de acordes arpegiados a los que Serkan va variando sutilmente. Es muy inteligente y sutil el uso que hace de la séptima cuerda (la nota más grave, muchas veces tocada “al aire”, es decir sin pisarla), permitiéndole ensanchar mucho el ya amplio registro de la guitarra española.
Sería fácil jugar con la nacionalidad de Serkan y afirmar que en su música se encuentran resabios de Oriente, etc; pero los socios del Club saben que no es nuestro estilo, la sanata... Por el contrario, nadie diría que Serkan no es latinoamericano escuchando esta grabación: está llena de influencias de la música argentina, del Brasil, pero también hay mucho lenguaje tomado del jazz, algo de los usos vanguardistas de la guitarra, sobrevuela también en el dúo que integra con el percusionista Horacio Cacoliris mucho del espíritu de John McLaughlin (cuyo célebre percusionista, Trilok Gurtu, toca sentado en el piso y descalzo, precisamente); en suma, las influencias son vastas pero se suman a una profunda originalidad y variedad de recursos con los que cuenta Serkan Yilmaz para conmovernos con su instrumento.
Los invitados que se suman lo hacen en la misma frecuencia que aportan Yilmaz y Cacoliris a lo largo del resto del disco. Toda la música fue escrita por Serkan Yilmaz, de quien quizás todavía no dijimos que, además de su sensibilidad como compositor e intérprete, es un virtuoso de la guitarra; sin hacer todo el tiempo gala de su digitación en velocidad, cuando “pela”, realmente asombra por su precisión y porque no pierde brillo el sonido, en un instrumento tan difícil como la guitarra de siete cuerdas, no suenan nunca ásperas las notas.
Grabado de cerca por el perfeccionista Ariel Gato en su estudio, con la guitarra en un saludable primer plano y toda la riqueza de la percusión bien audible, el sutil trabajo de mastering logró preservar lo mejor de la mezcla, cosa que no siempre ocurre por estos pagos.
Un disco para atesorar, ideal para esas tardes estivales en las que la ciudad o el pueblo parecen dormidos y podemos escuchar con tranquilidad, sin distracciones, estos sonidos que nos llevan a un mundo de belleza y diversidad.
Producido por Serkan Yilmaz
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