Es tanta la discografía preexistente a la invención y popularización del CD que ahora, cuando se dice que dejó de ser masivo el formato y es casi una rareza, todavía se están haciendo primeras ediciones en compact de álbumes que fueron hitos en el formato anterior (y posterior), el LP de vinilo. En el caso de este disco del Mono Villegas en trío con Jorge López Ruiz (contrabajo) y Eduardo Casalla (batería), durante mucho tiempo estuvo descatalogado.
En la década de 1980 se lo conseguía en casete en la principal cadena de discos del país, en una versión con gráfica roja y una partitura manuscrita en negro, presumiblemente por el buen Federico, y era realmente una edición testimonial, ya que la calidad de la cinta era entre mala y muy mala. Esta versión que se publica ahora le hace justicia al vinilo original: se escucha como los dioses (es una bajada de la cinta original), lo que demuesta que, se diga lo que se diga, si la idea con un disco físico es escucharlo, el CD sigue siendo el mejor soporte.
Ahora sabemos (quienes adquirimos en la adolescencia ese casete) que el Mono Villegas en 1967, cuando grabó este disco, estaba en estado de gracia. Fueron esos de fines de la década del '60 años de increíbles grabaciones para Villegas, en suelo argentino. En el caso de este disco, la idea es temeraria y requería de un amplio dominio del instrumento, más allá del jazz. Villegas lo demuestra, combinando elementos del Romanticismo cuando la pieza lo amerita, como el uso de algunos adornos propios del siglo XIX y el manejo del rubato (sobre todo en las piezas lentas).
Sus compañeros de trío lo secundan todo el tiempo con maestría y solvencia. ¿Es un disco de jazz? No en el sentido estricto: hay mucha menos improvisación y priman los arreglos, como es lógico. Es crossover bien entendido y varias décadas antes de que esos cruces fueran utilizados tanto por artistas diversos géneros y con fines menos artísticos que en este caso.
Para escuchar tres veces seguidas por día.
Club del Disco
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