A quien conozca a Julián Polito lo complacerá que recurra a Alvar Núñez Cabeza de Vaca como inspiración para este, su tercer disco solista, continuación de Viejo Nuevo Mundo (2011) y Desembarco (2016). El conquistador (más explorador que militar, demasiado empático y soñador para ser un bravo guerrero) más parecido al Quijote de la Mancha tiene un punto en común con el tenaz Polito: ambos creen en la valía de su búsqueda, y persisten, convencidos de la nobleza de sus objetivos. El tiempo, piensa el músico y seguramente pensaba el Adelantado, me dará la razón.
Cada álbum de esta serie de tres (entre Desembarco y este nuevo disco pasaron siete largos años, y allí Polito publicó en las plataformas de música tres álbumes de viola da gamba sola, digamos) tiene un perfil y un tipo de producción diferente. En esta ocasión el productor artístico fue el guitarrista Federico Marquestó. Los desarrollos de varios tracks son más largos y hay menos uso de la percusión, en general. En cuanto al color tímbrico, si bien el centro sigue siendo el instrumento de Polito, esta vez hay menos bronces antiguos y más maderas y cuerdas.
Si fuera un disco de vinilo (o un casete) tendríamos un lado A más andino y un lado B algo más pampeano: los primeros cinco tracks tienen mucha presencia de Violeta Parra y una pieza del Códice Martínez Compañón, al que el artista ya había recurrido en sus álbumes anteriores. Pero todo comienza con una introducción bellísima y breve: un rondó para dos violines (acá tocado con dos violas da gamba sopranos) de Julián Atirabu, nativo de Yapeyú que escribió esta música a principios del siglo XIX con un procedimiento de escritura en espejo, recurso que poco tiempo antes había utilizado Mozart en el continente europeo.
Los cinco temas que cierran el disco tienen sabor más argentino (todo esto es muy relativo ya que la música del Renacimiento y del Barroco temprano inundan todo) con la presencia de Atahualpa Yupanqui como eje, pero también música propia (de Polito y de Emilio Cervini), algo de Lully y desarrollos más largos aún. Mucho de estos últimos tracks recuerda al folk inglés que influyó tanto en la música progresiva de los tempranos 70, tan añorados por el artista.
Cada pieza tiene un texto explicativo en el hermoso librito diseñado por Madeleine Onis. Tampoco falta una vindicación de Cabeza de Vaca, y la técnica detallada de cada track. Un trabajo exquisito de Julián Polito en el que ahonda en su búsqueda que lleva ya más de una década.
Club del Disco
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