selección

Hikikomori

La Chicana

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Código: 2307

Precio: $6000 / None

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Selección

Este disco fue seleccionado en febrero de 2021 como folklores del mundo .

Temas

  1. 1. La previa

  2. 2. Ladrillo Quiroga
  3. 3. Malísimo
  4. 4. Futuro vencido
  5. 5. Rejas electrificadas / Pedro trabaja en el cine
  6. 6. Paternal
  7. 7. Los encerraditos
  8. 8. Fuego amigo
  9. 9. El peor
  10. 10. La cueva
  11. 11. Candombe para el que hasta ayer reía
  12. 12. Gatillo fácil
  13. 13. Trenes
  14. 14. El fantasma de Posadas
  15. 15. Les histoires d'A
  16. 16. Zapoi

Ficha técnica

MÚSICOS

Dolores Solá: voz
Acho Estol: guitarras, contrabajo, bandoneón, banjo, serrucho, piano, organo, clavinet, teclados, ukelele, stylophone, armónica, cucharas, programación, melódica, mandolína, balafón y coros
Carolina Rodríguez: violín y viola
Agustin Barbieri: percusión y batería
Paloma Schachman: clarinet y silbido
Violeta García: violonchelo
Agathe Ciprés: trompeta y voz
Osiris Aldebrán Rodríguez: violín
Rodrigo de Mahieu: percusión
Noelia Sinkunas: piano
Lautaro Schachman: trombón

TÉCNICA

Grabado en La Caverna y hogares en cuarentena
Edición y mezcla: Acho Estol
Mastering: Eduardo Bergallo

GRÁFICA

Fotografías de Lola y Acho: Joaquín Salguero
Diseño gráfico: sin datos

FORMATO

Digipack díptico de cartón sin tray de plástico con desplegable de 20 páginas

Sello

Acqua Records

La Chicana presenta su flamante disco, ideado y grabado durante la pandemia y que además se hace cargo del encierro. Más que un grupo o un dúo ampliado, se trata de una idea que descansa y se tensiona sobre la voz de Dolores Solá y la producción artística de Acho Estol.

A lo largo de veinticinco años La Chicana fue evolucionando hasta transformarse, de un grupo de la renovación tanguera, en un dúo que mezcla la música criolla (en toda su amplitud, es decir incluyendo desde el chamamé y el valsecito al candombe) con el rock, el fox-trot o cualquier otra cosa. No hay límites para la imaginación de Dolores Solá y Acho Estol, el dúo que, como Sui Generis, suma otros músicos sobre el escenario (ese lugar en el que se tocaba cuando se podía, antes del COVID 19) pero sostiene su identidad en esa alianza entra la cantante y el multiinstrumentista y productor.

Hikikomori, según la infalible Wikipedia, "es un término japonés para referirse al fenómeno social que consiste en personas apartadas que han escogido abandonar la vida social." Digamos que esta definición se resignifica al calor del confinamiento que nos regaló la pandemia, ya que todos fuimos, en mayor o menor medida, hikikomoris. La diferencia es que nuestro encierro no fue voluntario, pero ¿quién no le encontró un poquito el gusto a andar semanas y semanas sin ver a nadie, en pijama por la vida, recibiendo solamente las compras de los productos esenciales en la puerta de casa, gracias a las aplicaciones que difícilmente desaparezcan cuando todo esto haya pasado?

En Hikikomori, el disco, no abundan las referencias a esta coyuntura, a excepción quizás de Los encerraditos (track 7), pero toda la producción del álbum estuvo atravesada por la problemática de 2020, desde la grabación hasta la fabricación misma del objeto fisico. Como siempre, los preciosistas arreglos permiten que disfrutemos cada segundo de cada canción. Acho Estol tiene la virtud de ser algo barroco y abigarrado pero hasta el punto justo, y lo combina con una divertida psicodelia heredera del espíritu beatle más festivo.

De las dieciseis canciones que integran el álbum once son propias y cinco firmadas por otros: esos otros pueden ser Ruben Rada, Charly García o el Tata Cedrón, por ejemplo. Como siempre, las versiones son tan buenas que descubren las mejores virtudes de esas canciones, lo cual no es fácil con un tema tan versionado como Malísimo (3), hábilmente convertido en cumbia o con Fuego amigo (8), de Sean Ono Lennon, traducido al castellano y hecho canción litoraleña.

Pero además, las nuevas canciones de Estol son poderosísimas. El álbum arranca con todo, con La previa y Ladrillo Quiroga, y tiene puntos altísimos en Paternal (6), El peor (9) y Gatillo fácil (12). Hay que decir que esas canciones de Acho salen muy bien paradas en la comparación con las versiones del disco, juegan de igual a igual y meten más de un gol. Hikikomori se pasa volando, ya que pese a sus 16 tracks las duraciones de las canciones son moderadas.

El audio es un lujo, no hay manera de saber qué fue grabado en un estudio y qué en el living o el dormitorio de la casa de un músico. También es una fuerte apuesta la gráfica, con un desplegable de muchas páginas que incluye todas las letras de las canciones. Para escuchar y disfrutar.

Club del Disco

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PARA MÚSICOS

 

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