Del enorme archivo sonoro de Carlos Melero, memoria auditiva de la música popular argentina (no sólo del jazz, aunque esté muy identificado con el género), emerge 28 años después esta joya increíble. Se trata de la grabación de uno de los dos conciertos, aunque en este caso sí sea más apropiada la palabra inglesa tantas veces mal usada, digamos mejor dos shows, que el Gato Barbieri dio los días 8 y 9 de noviembre de 1991, tras nada menos que 18 años sin tocar en público en la Argentina.
De pronto, gracias a este milagro de cintas guardadas, desempolvadas y remasterizadas, tenemos el inconfundible sonido del saxo tenor de este rosarino universal, que le dio un toque sudamericano al jazz. Y lo tenemos en todo su esplendor, al frente de su quinteto, tocando música propia y versiones, como El arriero, de Atahualpa Yupanqui. Si siempre supimos que el Gato fue un adelantado (en décadas) a su tiempo, esta grabación lo confirma.
El disco tiene un audio excelente y no le falta el calor del grupo tocando sobre el escenario. Es, como no podía ser de otra manera, un show caliente, en el que cada tanto arremete un grito, una arenga (otra palabra muy -mal- usada últimamente, que en este caso sí es apropiada), un diálogo enfervorizado con el público y sus músicos, como si el entusiasmo desbordara las posibilidades de su instrumento y precisara cantar, gruñir, gritar, hablar.
Temas largos, con variedad de climas y cargados de ideología. No todo es prolijidad, desde ya, y quizás haya ciertos excesos perdonables, como el recurso permanente al tumbado del pianista Edy Martínez, por ejemplo, para ganar temperatura con sabor latino. Se lo perdonamos porque construye una base rítmica formidable, que en este caso es un cuarteto ya que se suma a la batería y el bajo la percusión que toca Guillermo Franco.
Inconfundible, inoxidable, interminable Gato que vuelve a vivir gracias a la magia del archivo y al sello rosarino Blue Art, que comanda Horacio Vargas.
Club del Disco
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