Segundo disco en salir a la calle durante este año, luego de Cine mudo el prolífico músico Leo Maslíah finalmente dedicó todo un álbum al prolífico por antonomasia: Johann Sebastian Bach, autor de muchísima música y de una larga prole. Del compositor alemán eligió cuatro obras para teclado: la Fantasía y fuga en sol menor, el Concierto para clave en Re Mayor, la Toccata, adagio y fuga en Do Mayor y la Obertura a la francesa. Son obras conocidas (en particular el Concierto) y, como era de esperar, Maslíah hace de las suyas (pero no todo el tiempo).
El comienzo, con la Fantasía y fuga en sol menor (tracks 1 y 2), una obra escrita originalmente para órgano, está a la altura de las mejores interpretaciones de esa música al piano. Acá podemos apreciar la maestría de Maslíah como intérprete, nada menos. Luego, con el Concierto para clave, ya la operación es otra. Se trata de una obra (parte de seis conciertos para teclado, cuerdas y continuo) que se supone se debe tocar con una pequeña orquesta.
El primer movimiento, muy respetuoso de la partitura, está grabado con Leo Maslíah al piano y la orquesta se completa con guitarra, voces y otros instrumentos tocados también por un sintetizador que ejecuta Leo. Por supuesto que el foco está puesto en el piano, pero es imposible no imaginar lo que opinarán los historicistas de esta versión, en la que ni siquiera existe un esfuerzo en lograr que el sintetizador suene como los instrumentos reales que emula. Más allá de esta licencia tímbrica, lo realmente fuera de época es la cadencia del pianista. Es un lugar en el que se supone que el solista debe improvisar o llevar algo escrito de casa (aunque muchas veces se respeta la cadencia escrita por el compositor o por algún otro maestro venerable de la antigüedad). Ahora bien, la cadencia de Maslíah no es muy barroca que digamos, y está muy bien que sea así. Es la cadencia de un músico del siglo XXI.
El segundo movimiento prescinde de la orquesta; es piano solo. Para el tercer movimiento, Maslíah pasa a Bach por el filtro del jazz, rearmonizando el Allegro y agregando una batería que ejecuta él mismo con el teclado. Luego, la Toccata, adagio y fuga, una obra de Bach de la época de Weimar (es decir en las primeras décadas del siglo XVIII) escrita para órgano, acá es ejecutada al piano con brillantez, sobre todo en la fuga final (8).
El final del disco está reservado para la Obertura a la francesa, que Leo ya había difundido por YouTube hace tiempo, y que ahora grabó en estudio. Que haya cambiado el orden de los números de esta suite no es lo más trascendente. Lo realmente destacable es que, a excepción de la Ouverture (9) propiamente dicha, haya puesto letra a los otros nueve números. El tema de la obra es el amor, en sus diversas formas, con una coda final dedicada al ritmo de moda, el reggaeton. Todo dicho.
Club del Disco
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