Abonados a la oscuridad, con una estética que los acerca en lo poético a la rabia de Arlt, lejanos herederos de Pugliese y del punk de los 80 (no del londinense de los 70, sino del Parakultural, de Luca Prodan, de la ginebra en los bares de San Telmo), estos músicos siguen produciendo nuevas canciones. ¿Tango? Sí, es una experiencia que incluye al tango, pero no se agota ahí ni por asomo. Lo de la Fernández Fierro es un arte que incluye la puesta en el escenario, el vestuario y las luces. Tanto como para incluir en la ficha técnica del disco a quien diseña las luces en los shows.
Es probable, entonces, que el objeto, el soporte físico, digamos (puede ser CD o vinilo) tenga como uso principal ser el souvenir que se lleva el público interesado de los shows que brindan cada semana en el CAFF, su reducto cooperativo en el que son locales. Es muy difícil llevar a una grabación todo eso que ocurre cuando se suben a un escenario. Sin embargo, la duración de los nueve tracks y del disco en total, ayudan a que sea como una efectiva trompada que lleva al KO en el tercer round.
Hay dos temas instrumentales y siete cantados, sabiamente dosificados. Hay letras enormes como Demolición (track 8) o Brujos y científicos (9), el sonido de la orquesta brilla gracias a la excelencia de los técnicos de grabación y mastering, y la voz de Julieta Laso parece ajustarse como un guante a este grupo único, dueño de un estilo ya inconfundible.
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