Este disco, grabado y editado por RCA en 1971, último del quinteto (a la larga, su formación arquetípica) por un tiempo, se lanza ahora nuevamente en vinilo y permite encontrarse con el mejor Astor Piazzolla: compositor, arreglador y bandoneonista. Este es uno de sus momentos cumbre (de los muchos que tuvo), y se nota en la justeza del quinteto en la obra que da nombre al disco. El personal del grupo, aún cuando no están ni Horacio Malvicino ni Oscar López Ruiz en guitarra, es impresionante. Claro, el guitarrista es nada menos que Cacho Tirao. No tenía mal gusto Piazzolla para elegir a sus músicos...
El Lado A es el Concierto para quinteto, seguido por dos nuevas versiones o reescrituras de Invierno porteño y Primavera porteña. En el Lado B del disco nos encontramos con Astor tocando en bandoneón, él solo, tangos clásicos. Es una maravilla, un portento técnico y musical. Lleno de ideas originales (sobre todo en lo referente a la armonía) y a la vez respetuoso de la música que otros habían escrito, nos permite escucharlo en primer plano. Se escucha su respiración y el ruido de los botones. Además, el hecho de estar solo le permite frasear con más libertad. Es un regalo para los oídos.
Como corolario (hoy diríamos bonus track), Recuerdos de bohemia, un tango muy difícil de Enrique Delfino (Delfy) que le encantaba a Piazzolla y que arregló más de una vez, en versión para cuatro bandoneones. ¿Quiénes son los otros tres bandoneonistas? Nada menos que Leopoldo Federico, Rodolfo Mederos y Antonio Ríos. De antología.
Club del Disco
Comentarios