Fue escuchar el comienzo de la primera canción y caer ya flechados por la voz de Flor Bobadilla y la guitarra de Abel Tesoriere. Una cantante joven, expresiva y muy conocedora de las cadencias de la música de su tierra, junto a un guitarrista experto en hacer dúo, y no simplemente acompañamiento.
El Dúo Bote son ellos dos: apócope de las primeras dos letras de sus apellidos, juega el nombre también con el elemento omnipresente en el Nordeste argentino, ese agua que lo invade todo, a veces con consecuencias nefastas (como en el momento en que escribimos estas líneas). En todo caso, es una presencia constante e inevitable.
A lo largo de esta grabación visitan distintas especies de la Mesopotamia, pero no todo es chamamé, rasguido doble o canción litoraleña. Hay lugar también para el bolero, y para canciones sin una forma u origen específico. El enorme valor de las canciones elegidas tiene su peso y ayuda a que todo sea sencillo y placentero, tanto para el dúo como para quien lo escucha.
Grabado con naturalidad y (casi) sin trucos, se trata de un disco sin percusión, íntimo y con el centro puesto en la interpretación y en las pequeñas inflexiones de la voz y el instrumento. Como un film en el que los primeros planos son recurrentes.
Música sin espectáculo. Una joya del Litoral hecha sonido.
Club del Disco
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