Ya desde la apertura con Esta canción se sienten reminiscencias de los primeros años '70, hecho que luego se confirma en varias canciones. Hay algo en la elección de los instrumentos, en la sensibilidad romántica de las melodías que nos recuerda, aunque parezca mentira, a Joan Manuel Serrat, o a Roque Narvaja, pero con una dosis de Os Mutantes...
Sin ninguna dificultad, Arthur de Faria y Omar Giammarco saltan de esa melancólica canción a otras de carácter mucho más rítmico, como Portuñol (track 2), con ingeniosos versos o el Maracatú do Homem-Elefante (7), y de ahí a una vidala al piano como El fondo del mar, (9) intervenida por la voz de Liliana Herrero, a la nostálgica ¿Dónde se acaba esta ciudad?, que concluye el disco.
Como ocurre a veces (menos de lo deseable) con las duplas de autores, cuando hay buena amistad para escribir el resultado es una mixtura que supera a lo producido por cada creador por separado. En estas diez canciones encontramos lo mejor de ambos y casi nada de sus defectos.
Hay que decir que, si las canciones son buenas, la calidad de los arreglos, que combinan lo clásico con la introducción de instrumentos que dan colores raros, aporta muchísimo a la producción general del disco. Cada instrumento, desde las guitarras y pianos hasta el glockenspiel, el Theremin o el fagot, están usados de tal manera que nos suenen imprescindibles y sorpresivos al mismo tiempo. De la misma manera, las voces de Arthur y Omar, tan distintas entre sí, se suman, atraen y repelen generando un contrapunto que le da más interés a la escucha de las canciones. Cuando canta uno, esperamos la entrada del otro; y la producción del disco juega con esa incertidumbre.
Editado en Brasil, llega a la Argentina sólo a través del Club del Disco para sus socios, y en forma limitada. Una oportunidad única para hacerse con este trabajo fantástico e inusual, que además está muy bien grabado y presentado.
Club del Disco
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