Para los seguidores de la música de tradición escrita, Gerardo Gandini fue desde su primera aparición sinónimo de música contemporánea, ese rótulo tan escurridizo que no siempre significa vanguardia. Compositor discípulo de Alberto Ginastera, Gandini sorpresivamente pasó a integrar la última formación del siempre inquieto Ástor Piazzolla como pianista a fines de los años ’80.
Lo que hace en sus Postangos es muy difícil de clasificar. Usando como materia prima tangos muy conocidos (salvo alguna excepción), avanza improvisando. Esas improvisaciones tienen tanto del desarrollo temático habitual de la música (mal llamada) clásica, como del jazz. Por momentos licúa el tema original hasta hacerlo irreconocible; al instante un toque inconfundiblemente tanguero nos trae de nuevo a la realidad.
Verlo tocar en vivo estos Postangos era como abrir la mágica puerta de su laboratorio de compositor: ya que tienen mucho de sus gustos a la hora de escribir, siempre interpelando músicas pasadas (es bien conocida su obsesión por las obras para piano de Robert Schumann, por ejemplo) y las frecuentes citas que utilizaba en su música escrita.
Esta grabación, hecha en Rosario en 2002, fue premiada con el Grammy Latino 2004 a Mejor Álbum de Tango, y no es poca la involuntaria ironía de ese gesto. Imaginamos que a más de un tanguero se le habrá fruncido el alma. Basta con ver la cara de Osvaldo Pugliese en un video disponible en YouTube, cuando Gandini se lanza a improvisar en medio de un concierto compartido del grupo de Piazzolla y su orquesta, para comprender qué sentían los más tangueros ante la irrupción de este outsider en la escena del tango.
Bien vale dedicarle tiempo y escuchas con atención a este magnífico y fundamental trabajo, siempre abiertos a los viajes sin mapa que proponía este maestro.
Club del Disco
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