Este segundo disco de Juan Pablo Navarro es un salto significativo y cualitativo en cuanto a lo que conocemos como tango contemporáneo, y sobre todo en su carrera. Principalmente porque despliega su faceta como autor y lo hace más que bien, por la audacia interpretativa de la orquesta, su sonido, y por que tiene con que mover las fronteras de la música ciudadana.
Pa'el Agus y el Uli (sus hijos), es una obra conceptual se podria decir, con varios condimentos que la hacen clave en el presente de la basta producción tanguera actual. Tiene como un toque de nostalgia, en la gráfica y en algunos pasajes, o paisajes digamos, ya que “hace sonar” algunos de los barrios porteños más emblemáticos del 2 x 4, nombrando temas con los lugares: Barracas, Almagro y la unión de la Boca con San Telmo en el Parque Lezama, pieza que abre el disco.
Asimismo tiene otro recorrido, más audaz y dejando bien claro que se trata de un “tango nuevo”, con los autores que se mezcla a lo largo y ancho de la obra; hasta escribió una suite que conjuga su admiración por Ástor Piazzolla. Eligió muy bien algunos temas de Astor Piazzolla, y una música de Diego Schissi (track 4) y otra de Emiliano Greco (track 7) para que lo acompañen en esta travesía, en la cual son mayoría sus composiciones. Pues bien, la elección no es al azar, de Piazzolla no hay mucho para agregar lo que significa en la renovación del tango; pero en tal caso para los desprevenidos, avisamos que tanto Schissi como Greco, son dos de los baluartes más activos y reconocidos en el ámbito del tango no tradicional ya hace varios años.
En ese sentido, Navarro desde ahora juega en la misma liga; con este nuevo trabajo se hace un espacio no solo entre los compositores destacados, sino que también gana un especial lugar entre las orquestas o bandas que tocan con su propio estilo, como Escalandrum o la Fernandez Fierro. Aclaramos igual, que casi nada tiene que ver la propuesta con estas agrupaciones antes mencionadas, más que en la búsqueda desde un mismo lenguaje. Aquí no hay canciones, ni tanta impronta jazzera, sino más bien una estética ligada a la música académica.
El propio Navarro compuso para toda la orquesta (excepto claro, en los temas que no le pertenecen) que cuenta con cuerdas, piano, clarinete, bandoneones, guitarra, percusión en determinadas piezas, y su contrabajo que hace que todo suena orgánico. El audio que lograron es más que interesante pues denota las sutilezas tanto como el poder de toda una orquesta bien amalgamada. Y por momentos es realmente emocionante su alcance, desde la belleza armónica o los timbres, que hemos escuchado muchas veces pero que aquí nos dicen algo nuevo.
Club del Disco
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