Original, con una estética propia y muy clara, luminosa por momentos, Marcos Cifuentes demuestra que es mucho más que un buen contrabajista: en su primer disco solista saca a relucir su voz para interpretar sus muy bien construidas canciones.
Sin dudas, lo que más llama la atención es que la estructura de las canciones son la línea melódica y el contrabajo. Con ese contrapunto, más una buena percusión, se arma todo, más allá de que haya algunas guitarras, charangos, violonchelos u otros instrumentos. Pero la base de voz + contrabajo + percusión es lo que constituye el corazón de este disco cuya producción artística corrió por cuenta de Ezequiel Menalled.
En estos años en los que el género canción revivió tanto, y hay toda una corriente de nuevos cantautores (muchos de ellos bastante parecidos entre sí), hay que decir que Cifuentes tiene una particular habilidad para dejarnos, con sus giros melódicos, unas canciones muy pegadizas. Es el caso de la que abre el disco, Flor de tu agua, que es seguido por un tema casi hermanado. A medida que transitamos el disco encontramos referencias rítmicas que vienen de las especies del folklore argentino, en particular del norte: de hecho el track 6 es Mi vidala. Pero también hay influencias litoraleñas y rioplatenses; se sienten muchos 6/8, algo de milonga, todo con una lectura actual.
En varias canciones la armonía no está más que sugerida, al haber sólo línea de bajo y melodía. El contrabajo es tocada pizzicato pero también con arco, y hay sobregrabaciones también, momentos en los que se suman sonidos graves generando una base densa, en el buen sentido. Hay amigos invitados que ponen sus instrumentos para enriquecer la propuesta de Cifuentes: violín, violonchelo, bandoneón, o la armónica de Franco Luciani se suman en distintos pasajes.
Hay en la banda base también lugar para alguna guitarra (hasta una eléctrica) que se cuela, pero es la excepción, no la regla. Pese a lo que podría sugerir la lectura de la formación, con muchos graves, la voz de barítono con buenos agudos de Cifuentes marca un contraste con su instrumento y equilibra la formación.
La producción gráfica, artesanal y con bellísimas ilustraciones está completamente de acuerdo con la música que se escucha en el disco y completa la idea artística global de Canciones de contrabando. Un trabajo sutil, que no decae en su transcurrir y que nos permite descubrir un nuevo autor e intérprete de mucho valor y coraje.
Producido por Ezequiel Menalled
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