Fue con la aparición del CD, y en realidad con la lenta depreciación de los formatos físicos, que los artistas fueron abandonando la costumbre que hasta los años 80 era habitual: la de grabar y editar un disco por año (por lo menos). Ahora lo corriente es dejar pasar tres, cuatro o más años antes de volver a grabar. Cualquiera que haya seguido la carrera de algún grupo o solista sabe muy bien que de un disco para otro, a veces grabados con diferencia de meses, podía haber significativos cambios. Pues bien, Ciruelo grabó de nuevo con su disco anterior aún fresquito.
El nuevito El vientre de la ballena empieza con Mira los discos y lo piensa, poderoso rock cuyo estribillo se clava rápidamente en la memoria, y sigue con otras dos canciones muy “arriba”. Es que salvo algún tema acústico como Pasan (track 7), todo el disco es bien eléctrico y con melodías quizás más directas que las de su antecesor El año de la cosa.
Al trío conformado por Manuel Eguía (guitarra y voz), Tiago Vega (bajo) y Toto Ciccone (batería) se suma en órgano, piano eléctrico, sintetizadores y acordeón, Nahuel Carfi, quien también aporta su voz en los coros. Los teclados le dan mayor profundidad al grupo, como si ganara una nueva dimensión. Mucha variedad en la forma de las canciones, cierto candor y dulzura en la voz de Eguía y unas melodías invencibles harán de este disco un punto muy alto de la discografía rockera independiente que se edite este año, seguramente. Muy recomendado para lo jóvenes de ayer y de hoy.
Producido por Ciruelo
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