Hace ya cuatro décadas (aunque para la historia de la música popular haya sido ayer) que Ástor Piazzolla y Gerry Mulligan se juntaron en esa cumbre gloriosa y jugada, en todo sentido. Esa referencia se hace inevitable al acercarse a Vientos de tango, si bien el citado es un punto altísimo de confluencia entre bandoneón y saxo barítono. Pero el espíritu de Piazzolla, a través de su música, dice presente desde el comiendo, con Café 1930, cuyo arreglo constituye además un poderoso llamado de atención, con ese saxo algo áspero al principio, apoyado solamente en una orquesta de cuerdas. Jorge Retamoza apuesta fuerte, como otros innovadores no le teme al juego, y para eso dibuja distintas orquestaciones de acuerdo a los temas y sus estados de ánimo.
Una pléyade de músicos invitados, como la armónica de Franco Luciani en Oblivion (nuevamente Ástor) o el vibráfono de Ezequiel Finger en la intrincada Repetición, se suben al quinteto liderado por Retamoza y secundado por Matías Rubino en bandoneón, Alejandro Kalinoski en piano, Lautaro Guida en contrabajo y Daniel Míguez en batería. Todos músicos de sólida formación, que le permiten al compositor y arreglador escribir libremente estas intersecciones entre tango, jazz y música contemporánea para los que precisa intérpretes con buena lectura y precisión en el toque.
En suma, una más que interesante búsqueda, plagada de notables ejecutantes y grabada con la más alta calidad de sonido. Para demostrar que la música urbana es tan amplia como uno quiera ensancharla: depende en gran medida de la imaginación de los músicos y los oyentes, y de la pulsión por ir más allá, sin importar lo que digan las academias.
Producido por Jorge Retamoza
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