A Chucho como pianista ya lo conocíamos (inclusive en el Club del Disco, con su grabación de piano solo en vivo en el Teatro Colón). Es un portento de imaginación y técnica. Un pianista lleno de ideas que a la vez vive arriba del instrumento, estudiando y practicando todo el día. El asunto siempre fue cómo trasladar eso a un conjunto, cómo contagiar a otros músicos para que entren en esa sintonía. Chucho vive tocando, de gira y grabando, por lo que hay unos cuantos discos suyos, de todo tipo. Irakere, su mítico grupo, tan celebrado, dejó su huella en varias grabaciones. Debemos decir, sin ser injustos con esos trabajos, que el actual, que recoge los mejores frutos de esos intentos, está varios escalones arriba en todos los aspectos. Desde nuestro humilde lugar de escuchas, nos animamos a decir que en poco tiempo Chucho’s steps comenzará a ser considerado uno de los discos imprescindibles del jazz del siglo XXI. Un clásico.
Sin embargo, afirmar que este disco pertenece a un género (el jazz) es cuanto menos absurdo. Se mueve dentro de los cánones del jazz tanto por el formato instrumental del grupo como por ciertos códigos habituales en las grabaciones jazzeras, pero excede largamente cualquier límite o etiqueta, aún el del ridículo jazz latino. Sería más honesto decir que aquí escuchamos lo que lleva Chucho adentro: la suma de todas sus influencias y gustos. Está el jazz moderno, está la música cubana (que de por sí es todo un mundo en su diversidad), están también los ritos afrocubanos con sus tambores, está el be bop, y hasta se advierte la fantasmal presencia de Duke Ellington por momentos. Es un disco universal y a la vez cubanísimo: eso define a la perfección el espíritu de Chucho Valdés.
Para poder plasmar sus ideas y sensaciones de manera tan certera, Chucho necesitaba contar con compañeros de ruta que entendieran a la perfección su mensaje. Este dato es fundamental para comprender la felicidad que genera la escucha del disco. Un sexteto sólido y a la vez flexible, en el que todos se destacan y son base al mismo tiempo. Sorprenden tanto los vientos (Carlos Miyares Hernández en saxo tenor y Reinaldo Melián Álvarez en trompeta) como la percusión (Juan Carlos Rojas Castro en batería y Yaroldy Abreu Robles en otros instrumentos de percusión). El contrabajista, Lázaro Rivero Alarcón, tiene un sonido riquísimo y un swing de no creer: se podría hacer el ejercicio de seguirlo sólo a él durante todo el disco, sin posibilidades de aburrirse. Sobre esta base rítmica ampliada por la percusión, que la lleva a cuarteto, vuelan alternativamente la trompeta y el saxo, cuando no lo hace Chucho.
Sobre la arquitectura de los temas, se podría decir que el esquema por lo general incluye varias secciones totalmente escritas, con espacios para los solos improvisados, pero también una dirección muy clara de hacia dónde se va. Hay melodías que podríamos denominar clásicas, como en el track 4, Begin to be good, llevada por la trompeta, que con su esquema de standard remite a tiempos lejanos, y otras piezas (la mayoría) en las que la percusión y el piano van marcando distintos estados de ánimo y que tienen una estructura más secuencial, es decir que las secciones no se repiten sino que se van sucediendo. Este disco es una fiesta, y una muy bien organizada. Para hacerla se consiguieron muy buenos micrófonos, una sala de grabación amplia y unos técnicos de primera. El disco fue completamente grabado, mezclado y masterizado en Cuba. Toda la producción, todos los músicos, todo fue hecho en la isla. En esa Cuba que siempre ha sabido absorber tan bien la información proveniente de todo el mundo para generar su arte, dando vuelta el concepto de “isla”: Cuba y su música no están aislados del mundo sino absolutamente insertados.
Quizás sorprenda el hecho de que todo el librito y su información estén en inglés, en un disco generado en Cuba y editado en la Argentina. Para quienes dominen la lengua de Shakespeare será un placer leer el texto de Leonardo Acosta, lleno de aciertos. Hacer una descripción tema por tema carece de sentido. Abunda la información sobre este trabajo de Chucho en la web, y hasta hay un video fácilmente disponible en el que el mismo Chucho explica lo que quiso hacer en cada paso que dio para llegar a este formidable disco. Queríamos más bien dar una impresión global y a la vez tratar de encontrar las razones que hacen de Chucho’s steps algo tan parecido a la idea de felicidad.
Producido por Chucho Valdés
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