Como una leyenda que irrumpe en el ambiente, y con unos protagonistas tan especiales como Axel Krygier, Alejandro Terán, Manu Schaller, Christian Basso y Fernando Samalea (un verdadero dream team), este quinteto se transformó en un sexteto irreal allá por el 2004, y desde entonces se creo la fantasía a su alrededor: que el sexteto te hace bailar como loco, que el sexteto no existe, que improvisan y tocan temas de todos sus integrantes mezclados, que el sexteto esta grabando, que el sexteto se presenta en un evento exclusivo, que el sexteto se separa, que el Sexteto Irreal es una gran cosa... Pero resumiendo y echando luz, podemos decir que por tratarse de músicos tan bien valorados y tan ocupados en distintos proyectos que nos llevaría acá mucho espacio enumerar, este grupo de talentos fue dando forma a un repertorio, tocando muy esporádicamente en vivo y sorprendiendo en esas presentaciones, con un coktail de frescura y ritmo, basado en los multiples aportes musicales de cada uno de sus integrantes, con la calidad y el buen gusto que han sabido conseguir en años de experiencia con el arte sonoro. Siempre en paralelo a sus otras actividades musicales, el Sexteto nunca desapareció del todo, nunca dejó de regenerarse incluso en silencio, y supo mantener viva una llama que brilla con luz propia; aún cuando quizá muchos ya ni se lo imaginaban, y otros tantos ni siquiera estaban al tanto, ahora tenemos con nosotros su primera obra grabada. Una música jugetona pero muy bien hecha, con un trabajo de producción impecable, que la deja fluir valiéndose del toque, sin mayores artificios. Con cierta impronta vintage, mucho groove y riqueza tímbrica dada por la polifuncionalidad de todos los músicos (ver ficha técnica), el disco alcanza momentos de sutileza emotiva, en medio de toda una expresividad rítmica y extrovertida que contagia de manera tal que los doce tracks se pasan bailando. Se nota que llegaron a las composiciones mediante improvisaciones grupales, pero a no confundirse que no se trata de un disco de free jazz ni de una música deliberadamente compleja, por el contrario logran dar forma a temas con atractivos motivos melódicos -que parecen simples giros-, con desenlace o estructura de canción. Piezas instrumentales que conquistan por simpatía. Tienen una fuerte influencia de la rítmica latina, pero con ideas y armonías de toda la música negra americana y de los folklores de la Europa mediterránea. Se siente la energía del grupo tocando en vivo, un pulso efervescente a lo largo y ancho de toda la música del Sexteto. Con la contundente base ritmica (Samalea baterías, Basso en el bajo) dándole la solidez sobre la que sobrevuelan los arreglos y el contrapunto, los vientos y el órgano (Terán y Krygier) como voces seductoras y sabrosas, además de otros colores, samplers y tintes digitales que le aporta Schaller. Es un trabajo colectivo de suma, el entramado de fragmentos sonoros, la grabación y producción general y también la gráfica contenedora, con ilustraciones y diseño de los propios artistas. Un secreto muy bien guardado, que ve la luz en un momento ideal para florecer con una propuesta exquisita.
Producido por Manu Schaller y Fernando Samalea
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