Una gran virtud de esta mujer es su sensibilidad para crear canciones que tienen su fuerza matriz en la sencillez, partiendo de la música popular. Nacida en Paysandú, Prada refleja en sus composiciones ambas costas del río Uruguay, con referencias tanto al folklore litoraleño argento (lo tiene enfrente), como a la milonga del Plata; con un toque de urbanidad actual a la tradición uruguaya. Todo bien entonado, con sutileza poética y voz personal. A su vez, forma parte del linaje familiar de los Drexler, y con eso termina de completar un círculo de cualidades que ella lleva con singularidad.
Los mayores hallazgos de este disco son, una vez más -como en el caso de sus primos Jorge y Daniel- el poder de la canción, y la frescura con que se mueven en los límites del folk, el pop y lo tradicional. De sonido preponderantemente acústico, con una banda que incluye guitarras, ukelele, contrabajo, acordeón, piano, e instrumentos eléctricos, más percusión y arreglos digitales (loops y otros matices electrónicos), la voz de Ana esta al frente en todo momento y esta muy bien que así sea, pues canta muy bien, generando empatía con las temáticas de las letras. Se la oye siempre cercana y sin artificios, directa. Con todo, se destaca la labor del productor artístico Matías Cella, que amalgamó todo a la perfección, sin quedar atado a un plan de superproducción “comercial”. Es un disco con aire, con un cuerpo orgánico que hace a un audio impecable. Si bien no es un trabajo de música folklórica, tiene sus momentos de campo abierto, otros más oscuros e intimistas, y en otros casos se abre paso la música latinoamericana y la ciudad. Ofrece una temporalidad moderada por la candencia ondulante que Prada ya trae en su musicalidad, muy parecida a la del río. Cierto parentesco con los discos de Seba Ibarra y otras cantautoras de ribera se deja oír en el largo y ancho de Soy pecadora.
Todas las melodías tienen un encanto y un fluir que se quedan impregnadas tras la segunda escucha. Y eso valida una vez más el talento compositivo de Prada, que además ya ha sido reconocido por otros artistas como Liliana Herrero, Kevin Johansen, o el grupo brasilero Nenhum de Nos, que han grabado temas suyos.
En su primer disco, Soy sola, Ana se zambullía en su mundo interior, despuntando apenas su talento de creadora; ahora marca un avance en su camino de compositora, con la raíz fortalecida, sin miedo de tomar la guitarra y dar vuelo a sus sueños sonoros. Bonita voz, lindos paisajes, emotividad y humor le dan motivos a estas canciones que destacan en su simpleza y que a través de un cuidado trabajo de producción, se transforman en una gran obra, de carácter local y universal al mismo tiempo. Prada, que también integra el grupo La Otra y ha trabajado junto a Rubén Rada, Fernando Cabrera y León Gieco entre otros, nos deja aquí su nuevo disco, apto para todos los oídos.
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